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lunedì 24 giugno 2013
Oasis: la "grammatica comune" di islam e cristianesimo di fronte al secolarismo (Bernardo Cervellera)
Clicca qui per leggere il commento segnalatoci da Sam.
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giovedì 16 maggio 2013
martedì 14 maggio 2013
L'intervento del card. Scola sulla libertà religiosa nel commento di José Luis Restán
Riceviamo e con grande piacere e gratitudine pubblichiamo:
Aprender un modo nuevo de estar presentes
José Luis Restán
El debate en torno a la libertad religiosa, su alcance, significado y valor para la convivencia civil, hierve estos días en la ciudad de Milán. Para el próximo 15 de mayo se espera la llegada del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, que con motivo de la celebración del 1.700 aniversario del Edicto de Milán pronunciará una lección sobre dicho tema en el Palacio Real, y posteriormente participará en una oración ecuménica en la Basílica de San Ambrosio junto a su anfitrión, el cardenal Angelo Scola.
En la presentación pública de estos actos Scola ha explicado que Europa está viviendo una transición en las que se experimenta algo así como los dolores de un parto. Los europeos (creyentes y no creyentes) nos vemos en la necesidad de repensar nuestra propia fisonomía, que en cualquier caso va a estar marcada por la inter-religiosidad y la inter-culturalidad. Con su franqueza habitual, compatible con una exquisita precisión, el purpurado milanés ha advertido que esto será así "nos guste o no", lo que implicará para todos los sujetos sociales la necesidad de aprender a vivir en un contexto nuevo. Y aprender siempre es fatigoso.
Mirando hacia Oriente, una perspectiva que conoce muy bien y en la que está fuertemente implicado a través de la Fundación OASIS, Scola ha denunciado el fundamentalismo como un fenómeno en el que diversos poderes actúan como parásitos de la religión pervirtiéndola, y ha señalado que allí es preciso trabajar para que crezca el aprecio y la apertura a las diversas expresiones religiosas, por ejemplo eliminando leyes como la de la Blasfemia. En cuanto al mundo occidental la urgencia consiste superar la reticencia hacia el fenómeno religioso y la ambigüedad de algunas concepciones de la laicidad que terminan por crear un clima poco propicio a la auténtica libertad religiosa. Y esto se traduce en daño y empobrecimiento de la convivencia.
Una vez más Scola ha querido explicar el concepto que ha acuñado como "mestizaje cultural", subrayando que no puede ser entendido como sincretismo, como un espacio de confusión religiosa. Se trata por el contrario de "aprender a vivir en una sociedad plural, a través de una narración recíproca de la propia experiencia de cada uno, en un ámbito de libertad y mutuo respeto". El cardenal ha reconocido que se trata de una empresa compleja, y en este sentido ha subrayado que advierte una gran fatiga en el mundo católico a la hora de buscar su propio lugar, un modo adecuado de estar dentro de la sociedad plural con su propio rostro y en diálogo con todos. Aunque a continuación ha señalado que esta dificultad no afecta sólo a los católicos sino a los diversos sujetos sociales. "Debemos aprender a vivir valorando el bien práctico que supone estar juntos", ha remachado Scola, señalando a los responsables públicos la tarea de transformar este bien práctico de la convivencia en decisiones políticas concretas.
La idea más repetida en su comparecencia ha sido la necesidad y la fatiga de aprender un nuevo modo de estar presentes en este momento convulso de la historia. Para los católicos este es un desafío que debe afrontarse sin temores ni prejuicios, con la imaginación que nace de la potente experiencia humana de la fe. "Como católicos sabemos que nuestro campo es el mundo, no tenemos bastiones que defender sino caminos que por recorrer para ir al encuentro de lo humano". No es difícil reconocer la profunda sintonía con la invitación del papa Francisco a salir de nuestro perímetro de seguridad para alcanzar las periferias existenciales de nuestro mundo.
http://www.paginasdigital.es/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=3764&te=15&idage=7183&vap=0
Aprender un modo nuevo de estar presentes
José Luis Restán
El debate en torno a la libertad religiosa, su alcance, significado y valor para la convivencia civil, hierve estos días en la ciudad de Milán. Para el próximo 15 de mayo se espera la llegada del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, que con motivo de la celebración del 1.700 aniversario del Edicto de Milán pronunciará una lección sobre dicho tema en el Palacio Real, y posteriormente participará en una oración ecuménica en la Basílica de San Ambrosio junto a su anfitrión, el cardenal Angelo Scola.
En la presentación pública de estos actos Scola ha explicado que Europa está viviendo una transición en las que se experimenta algo así como los dolores de un parto. Los europeos (creyentes y no creyentes) nos vemos en la necesidad de repensar nuestra propia fisonomía, que en cualquier caso va a estar marcada por la inter-religiosidad y la inter-culturalidad. Con su franqueza habitual, compatible con una exquisita precisión, el purpurado milanés ha advertido que esto será así "nos guste o no", lo que implicará para todos los sujetos sociales la necesidad de aprender a vivir en un contexto nuevo. Y aprender siempre es fatigoso.
Mirando hacia Oriente, una perspectiva que conoce muy bien y en la que está fuertemente implicado a través de la Fundación OASIS, Scola ha denunciado el fundamentalismo como un fenómeno en el que diversos poderes actúan como parásitos de la religión pervirtiéndola, y ha señalado que allí es preciso trabajar para que crezca el aprecio y la apertura a las diversas expresiones religiosas, por ejemplo eliminando leyes como la de la Blasfemia. En cuanto al mundo occidental la urgencia consiste superar la reticencia hacia el fenómeno religioso y la ambigüedad de algunas concepciones de la laicidad que terminan por crear un clima poco propicio a la auténtica libertad religiosa. Y esto se traduce en daño y empobrecimiento de la convivencia.
Una vez más Scola ha querido explicar el concepto que ha acuñado como "mestizaje cultural", subrayando que no puede ser entendido como sincretismo, como un espacio de confusión religiosa. Se trata por el contrario de "aprender a vivir en una sociedad plural, a través de una narración recíproca de la propia experiencia de cada uno, en un ámbito de libertad y mutuo respeto". El cardenal ha reconocido que se trata de una empresa compleja, y en este sentido ha subrayado que advierte una gran fatiga en el mundo católico a la hora de buscar su propio lugar, un modo adecuado de estar dentro de la sociedad plural con su propio rostro y en diálogo con todos. Aunque a continuación ha señalado que esta dificultad no afecta sólo a los católicos sino a los diversos sujetos sociales. "Debemos aprender a vivir valorando el bien práctico que supone estar juntos", ha remachado Scola, señalando a los responsables públicos la tarea de transformar este bien práctico de la convivencia en decisiones políticas concretas.
La idea más repetida en su comparecencia ha sido la necesidad y la fatiga de aprender un nuevo modo de estar presentes en este momento convulso de la historia. Para los católicos este es un desafío que debe afrontarse sin temores ni prejuicios, con la imaginación que nace de la potente experiencia humana de la fe. "Como católicos sabemos que nuestro campo es el mundo, no tenemos bastiones que defender sino caminos que por recorrer para ir al encuentro de lo humano". No es difícil reconocer la profunda sintonía con la invitación del papa Francisco a salir de nuestro perímetro de seguridad para alcanzar las periferias existenciales de nuestro mundo.
http://www.paginasdigital.es/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=3764&te=15&idage=7183&vap=0
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venerdì 26 aprile 2013
Impegno civile e politico dei credenti (Angelo Scola)
Non dimentichiamoci di Dio
Pubblichiamo uno stralcio dal libro Non dimentichiamoci di Dio. Libertà di fedi, di culture e politica (Milano, Rizzoli, 2013, pagine 123, euro 15) del cardinale arcivescovo di Milano.
(©L'Osservatore Romano 26 aprile 2013)
Impegno civile e politico dei credenti
Una proposta di qualità
di Angelo Scola
Se è vero che è un dovere dello Stato garantire lo spazio per l'espressione pubblica della religione e la comunicazione fra soggetti, è altrettanto vero che la qualità dei suoi contenuti dipenderà invece dalla vitalità di quanti lo abitano. In questo senso l'impegno civile e politico dei cristiani è particolarmente urgente, come Benedetto XVI non cessa di ricordare. Non si tratta solo di difendere una posizione e una concezione particolare della vita da attacchi esterni, ma di immettere nel dibattito pubblico delle ragioni potenzialmente valide per tutti.
Ciò non implica naturalmente che la proposta dei cattolici, per potere essere avanzata pubblicamente in piena legittimità, debba essere in sintonia con le visioni prevalenti nella società. Molte questioni che, per lo meno in Occidente, toccano oggi il tema della libertà religiosa rimandano in realtà alla visione stessa dell'umano e al relativo «conflitto di interpretazioni»: «Il punto (...) è che se non capiamo che la crisi che fronteggiamo riguarda, ultimamente, la natura dell'essere umano, le nostre strategie politiche (...) a lungo termine rafforzeranno i presupposti stessi che hanno prodotto la crisi. Ciò non significa che strategie che parlano di diritti nel linguaggio liberal non possano essere giustificate per ragioni prudenziali. Significa semplicemente che anche queste strategie devono essere integrate (...) in una concezione più adeguata dei diritti basata su una visione più completa della persona umana» (David L. Schindler, The Repressive Logic of Liberal Rights: Religious Freedom, Contraception, and the “Phony” Argument of the New York Times, 2011).
A essere in gioco non è perciò soltanto la possibilità dei cristiani e più in generale dei credenti di esprimersi pubblicamente, ma di farlo sapendo e potendo rendere adeguatamente ragione della propria esperienza, cosa che sposta l'accento dal diritto dei credenti al loro dovere di testimonianza.
Il cristianesimo ha infatti la pretesa di rispondere alle attese e ai bisogni di tutto l'uomo e di tutti gli uomini, come proposta e mai come imposizione. Lo stesso Habermas ritiene in merito che sia del tutto giustificabile, al di là dello sforzo di traduzione delle proposte in un linguaggio pubblico accreditato, anche «l'ammissione di enunciazioni religiose non tradotte nella sfera pubblica». Il motivo è semplice: uno Stato veramente democratico «non può scoraggiare i credenti e le comunità religiose dall'esprimersi come tali anche politicamente, perché non può sapere se, in caso contrario, la società laica non si privi di importanti risorse di creazione del senso».
Si potrebbe aggiungere che qualsiasi interpretazione amputata o parziale del cristianesimo, che ne privilegiasse cioè taluni aspetti a scapito di altri, finirebbe inesorabilmente per essere strumentalizzata, minerebbe l'originalità stessa della proposta cristiana e ridurrebbe i cattolici all'irrilevanza. Giova tra l'altro ricordare quanto il Concilio insegna a proposito del ruolo dei fedeli laici nella società: «A loro spetta di illuminare e ordinare tutte le cose temporali, alle quali sono strettamente legati, in modo che sempre siano fatte secondo Cristo, e crescano e siano di lode al Creatore e al Redentore». Non è un invito a perseguire l'egemonia, ma piuttosto il riconoscimento del fatto che una fede integralmente vissuta ha un'irrinunciabile rilevanza antropologica, sociale e cosmologica, carica di conseguenze politiche assai concrete. Se si testimoniano in ogni ambito dell'umana esistenza, compreso quello politico e partitico, le proprie convinzioni, non si lede il diritto di nessuno.
Al contrario, mentre lo si promuove, si mette in moto la virtuosa ricerca del “compromesso” (cum-promitto) nobile, su beni specifici di carattere etico, sociale, culturale, economico e politico.
Qualora sui principi irrinunciabili non fosse possibile l'accordo con gli altri “abitanti” la società plurale, si farà ricorso all'obiezione di coscienza. Quest'ultima, tra l'altro, a differenza di quanto ritengono alcuni, non ha solo lo scopo, privato, di esentare un soggetto da comportamenti per lui inaccettabili, ma anche quello di richiamare all'attenzione generale tematiche per le quali si ritiene che non si sia ancora formata un'adeguata sensibilità, contribuendo così in maniera preziosa al dibattito pubblico. Su questa dimensione sociale dell'obiezione di coscienza è più che mai necessaria un'ampia riflessione che purtroppo oggi ancora manca.
Siamo consapevoli che tale opzione rischia oggi di non essere adeguatamente garantita dalla legge e di comportare perciò un prezzo da pagare personalmente. Essa pone così il cristiano nella logica della testimonianza, che, come ci ha ricordato Benedetto XVI in occasione del recente Sinodo dei vescovi sulla nuova evangelizzazione per la trasmissione della fede cristiana, è sempre una «confessione» e «porta perciò in sé l'elemento martirologico». La testimonianza non è, nota il Papa, «solo cosa del cuore e della bocca, ma anche dell'intelligenza; deve essere pensata e così, come pensata e intelligentemente concepita, tocca l'altro». È un compito impegnativo, ma affascinante.
(©L'Osservatore Romano 26 aprile 2013)
Pubblichiamo uno stralcio dal libro Non dimentichiamoci di Dio. Libertà di fedi, di culture e politica (Milano, Rizzoli, 2013, pagine 123, euro 15) del cardinale arcivescovo di Milano.
(©L'Osservatore Romano 26 aprile 2013)
Impegno civile e politico dei credenti
Una proposta di qualità
di Angelo Scola
Se è vero che è un dovere dello Stato garantire lo spazio per l'espressione pubblica della religione e la comunicazione fra soggetti, è altrettanto vero che la qualità dei suoi contenuti dipenderà invece dalla vitalità di quanti lo abitano. In questo senso l'impegno civile e politico dei cristiani è particolarmente urgente, come Benedetto XVI non cessa di ricordare. Non si tratta solo di difendere una posizione e una concezione particolare della vita da attacchi esterni, ma di immettere nel dibattito pubblico delle ragioni potenzialmente valide per tutti.
Ciò non implica naturalmente che la proposta dei cattolici, per potere essere avanzata pubblicamente in piena legittimità, debba essere in sintonia con le visioni prevalenti nella società. Molte questioni che, per lo meno in Occidente, toccano oggi il tema della libertà religiosa rimandano in realtà alla visione stessa dell'umano e al relativo «conflitto di interpretazioni»: «Il punto (...) è che se non capiamo che la crisi che fronteggiamo riguarda, ultimamente, la natura dell'essere umano, le nostre strategie politiche (...) a lungo termine rafforzeranno i presupposti stessi che hanno prodotto la crisi. Ciò non significa che strategie che parlano di diritti nel linguaggio liberal non possano essere giustificate per ragioni prudenziali. Significa semplicemente che anche queste strategie devono essere integrate (...) in una concezione più adeguata dei diritti basata su una visione più completa della persona umana» (David L. Schindler, The Repressive Logic of Liberal Rights: Religious Freedom, Contraception, and the “Phony” Argument of the New York Times, 2011).
A essere in gioco non è perciò soltanto la possibilità dei cristiani e più in generale dei credenti di esprimersi pubblicamente, ma di farlo sapendo e potendo rendere adeguatamente ragione della propria esperienza, cosa che sposta l'accento dal diritto dei credenti al loro dovere di testimonianza.
Il cristianesimo ha infatti la pretesa di rispondere alle attese e ai bisogni di tutto l'uomo e di tutti gli uomini, come proposta e mai come imposizione. Lo stesso Habermas ritiene in merito che sia del tutto giustificabile, al di là dello sforzo di traduzione delle proposte in un linguaggio pubblico accreditato, anche «l'ammissione di enunciazioni religiose non tradotte nella sfera pubblica». Il motivo è semplice: uno Stato veramente democratico «non può scoraggiare i credenti e le comunità religiose dall'esprimersi come tali anche politicamente, perché non può sapere se, in caso contrario, la società laica non si privi di importanti risorse di creazione del senso».
Si potrebbe aggiungere che qualsiasi interpretazione amputata o parziale del cristianesimo, che ne privilegiasse cioè taluni aspetti a scapito di altri, finirebbe inesorabilmente per essere strumentalizzata, minerebbe l'originalità stessa della proposta cristiana e ridurrebbe i cattolici all'irrilevanza. Giova tra l'altro ricordare quanto il Concilio insegna a proposito del ruolo dei fedeli laici nella società: «A loro spetta di illuminare e ordinare tutte le cose temporali, alle quali sono strettamente legati, in modo che sempre siano fatte secondo Cristo, e crescano e siano di lode al Creatore e al Redentore». Non è un invito a perseguire l'egemonia, ma piuttosto il riconoscimento del fatto che una fede integralmente vissuta ha un'irrinunciabile rilevanza antropologica, sociale e cosmologica, carica di conseguenze politiche assai concrete. Se si testimoniano in ogni ambito dell'umana esistenza, compreso quello politico e partitico, le proprie convinzioni, non si lede il diritto di nessuno.
Al contrario, mentre lo si promuove, si mette in moto la virtuosa ricerca del “compromesso” (cum-promitto) nobile, su beni specifici di carattere etico, sociale, culturale, economico e politico.
Qualora sui principi irrinunciabili non fosse possibile l'accordo con gli altri “abitanti” la società plurale, si farà ricorso all'obiezione di coscienza. Quest'ultima, tra l'altro, a differenza di quanto ritengono alcuni, non ha solo lo scopo, privato, di esentare un soggetto da comportamenti per lui inaccettabili, ma anche quello di richiamare all'attenzione generale tematiche per le quali si ritiene che non si sia ancora formata un'adeguata sensibilità, contribuendo così in maniera preziosa al dibattito pubblico. Su questa dimensione sociale dell'obiezione di coscienza è più che mai necessaria un'ampia riflessione che purtroppo oggi ancora manca.
Siamo consapevoli che tale opzione rischia oggi di non essere adeguatamente garantita dalla legge e di comportare perciò un prezzo da pagare personalmente. Essa pone così il cristiano nella logica della testimonianza, che, come ci ha ricordato Benedetto XVI in occasione del recente Sinodo dei vescovi sulla nuova evangelizzazione per la trasmissione della fede cristiana, è sempre una «confessione» e «porta perciò in sé l'elemento martirologico». La testimonianza non è, nota il Papa, «solo cosa del cuore e della bocca, ma anche dell'intelligenza; deve essere pensata e così, come pensata e intelligentemente concepita, tocca l'altro». È un compito impegnativo, ma affascinante.
(©L'Osservatore Romano 26 aprile 2013)
mercoledì 17 aprile 2013
La chiesa e la politica nel discorso di Scola (Rodari)
Clicca qui per leggere l'articolo.
venerdì 12 aprile 2013
Scola sui matrimoni gay: «Lo Stato prima di legiferare deve ascoltare la società civile» (Tempi)
Clicca qui per leggere l'intervista segnalataci da Laura. Qui l'originale di Radio Vaticana.
Fortunatamente abbiamo ancora vescovi che non temono di essere criticati.
Fortunatamente abbiamo ancora vescovi che non temono di essere criticati.
mercoledì 3 aprile 2013
Scola: Realmente il gesto di grande umiltà di Benedetto XVI ha spalancato alla Chiesa una nuova pista di cammino. Governo, Scola: coinvolgere tutti per trovare uno sbocco (Izzo)
PAPA: SCOLA, DALLA CHIESA UN ESEMPIO PER TUTTE LE ISTITUZIONI
Salvatore Izzo
(AGI) - CdV, 3 apr.
Mentre "realmente il gesto di grande umilta' di Benedetto XVI ha spalancato alla Chiesa, in piena continuita' con i Pontificati del dopoguerra, una nuova pista di cammino" che "adesso tocca a tutti noi cristiani percorrere", l'elezione del cardinale Jorge Mario Bergoglio, rappresenta "un segno di grande speranza per la Provvidenza".
Ne e' convinto il cardinale di Milano, Angelo Scola. "Credo che Papa Francesco - spiega ai microfoni della Radio Vaticana - abbia un'esperienza tale delle periferie, come lui le chiama, delle situazioni di prova, di contraddizione, di fatica e di dolore, che l'umanita' sta attraversando oggi, per poter essere una guida luminosa nei confronti di tutte le Chiese di tutti i continenti e per poter aiutare i cristiani in quel compito di testimonianza, che non puo' non giungere, ovviamente fatte le debite distinzioni, fino anche agli ambiti della vita quotidiana della gente".
"Penso - afferma Scola - che certamente la sensibilita' sociale di questo Papa si chinera' su queste problematiche e la sua radice italiana lo aiutera' anche a capire la complessita' della situazione europea, che e' caratterizzata dalla crescita di queste democrazie, chiamiamole 'liberali' con problematiche che derivano dalla natura plurale di questa societa', che ci costringono a ripensare a tutto il tema della societa' civile, del suo nesso con lo Stato, alle modalita' di partecipazione, e nello stesso tempo a ripensare il tema della laicita'".
© Copyright (AGI)
GOVERNO: SCOLA, COINVOLGERE TUTTI PER TROVARE UNO SBOCCO
Salvatore Izzo
(AGI) - CdV, 3 apr.
"Chi ha delle responsabilita' a tutti i livelli, e cominciamo pure dal livello ecclesiale, evidentemente con le debite distinzioni, e poi dal livello politico, sociale, dell’impresa economica, della finanza, dell’economia e cosi' via, deve trovare la strada di un confronto, di un paragone a tutto campo, tutti nei confronti di tutti, in modo da offrire adesso, nell'immediato, uno sbocco sufficientemente sicuro al Paese e, in prospettiva, un ripensamento delle forme dell'esercizio del potere in questo Paese". Lo afferma l'arcivescovo di Milano, cardinale Angelo Scola, ai microfoni di Radio Vaticana. Per Scola, "uno sforzo" deve essere fatto "da tutti i cittadini, di crescita non solo nella partecipazione del voto, ma nella partecipazione quotidiana" alla vita civile.
© Copyright (AGI)
Salvatore Izzo
(AGI) - CdV, 3 apr.
Mentre "realmente il gesto di grande umilta' di Benedetto XVI ha spalancato alla Chiesa, in piena continuita' con i Pontificati del dopoguerra, una nuova pista di cammino" che "adesso tocca a tutti noi cristiani percorrere", l'elezione del cardinale Jorge Mario Bergoglio, rappresenta "un segno di grande speranza per la Provvidenza".
Ne e' convinto il cardinale di Milano, Angelo Scola. "Credo che Papa Francesco - spiega ai microfoni della Radio Vaticana - abbia un'esperienza tale delle periferie, come lui le chiama, delle situazioni di prova, di contraddizione, di fatica e di dolore, che l'umanita' sta attraversando oggi, per poter essere una guida luminosa nei confronti di tutte le Chiese di tutti i continenti e per poter aiutare i cristiani in quel compito di testimonianza, che non puo' non giungere, ovviamente fatte le debite distinzioni, fino anche agli ambiti della vita quotidiana della gente".
"Penso - afferma Scola - che certamente la sensibilita' sociale di questo Papa si chinera' su queste problematiche e la sua radice italiana lo aiutera' anche a capire la complessita' della situazione europea, che e' caratterizzata dalla crescita di queste democrazie, chiamiamole 'liberali' con problematiche che derivano dalla natura plurale di questa societa', che ci costringono a ripensare a tutto il tema della societa' civile, del suo nesso con lo Stato, alle modalita' di partecipazione, e nello stesso tempo a ripensare il tema della laicita'".
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GOVERNO: SCOLA, COINVOLGERE TUTTI PER TROVARE UNO SBOCCO
Salvatore Izzo
(AGI) - CdV, 3 apr.
"Chi ha delle responsabilita' a tutti i livelli, e cominciamo pure dal livello ecclesiale, evidentemente con le debite distinzioni, e poi dal livello politico, sociale, dell’impresa economica, della finanza, dell’economia e cosi' via, deve trovare la strada di un confronto, di un paragone a tutto campo, tutti nei confronti di tutti, in modo da offrire adesso, nell'immediato, uno sbocco sufficientemente sicuro al Paese e, in prospettiva, un ripensamento delle forme dell'esercizio del potere in questo Paese". Lo afferma l'arcivescovo di Milano, cardinale Angelo Scola, ai microfoni di Radio Vaticana. Per Scola, "uno sforzo" deve essere fatto "da tutti i cittadini, di crescita non solo nella partecipazione del voto, ma nella partecipazione quotidiana" alla vita civile.
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